Este proyecto de rehabilitación permite que la casa cuente su historia a través de sus propios materiales. La luz se desliza a través de las aperturas, modelando el espacio según el momento del día. El amanacer expone las irregularidades de los muros de ladrillo y la luz del patio a través del volumen del baño, revela la nobleza de la estructura de madera de cubierta.
En la fachada, las molduras del balcón y la barandilla de forja dialogan con el ladrillo macizo del zócalo, mientras que el pavimento de barro y las cerámicas recuperadas en el balcón invocan el alma del barrio. La calidez de la madera restaurada por la propietaria encuentra su lugar en puertas y muebles, sumando intimidad a este hogar del Cabanyal. Y así, en cada rincón, la brisa marina, los primeros rayos de sol y el eco de las gaviotas nos recuerdan que estamos en el antiguo Pueblo Nuevo del Mar.