Los proyectos deben hablar del lugar de donde nacen y cuando nos enfrentamos a una rehabilitación, esto cobra todavía más sentido. Al intervenir en un lugar no podemos despojarlo de sus raíces. Los elementos en buen estado que encontramos y la singular propietaria, especialista en recuperar piezas de madera, nos brindan la oportunidad de conseguir una vivienda cálida y respetuosa con el lugar.

La parcelación de las barracas tiene como eje longitudinal la orientación este-oeste, siendo el viento de Llevant que atraviesa la vivienda desde las aperturas en fachada al patio interior. Estas aperturas modifican los espacios dependiendo del momento del día. La luz de la mañana se encuentra con las irregularidades de los muros de ladrillo macizo que se han dejado vistos, dando textura a la envolvente de la vivienda. La apertura del patio interior con la caja de luz que se crea en la ducha permite que la luz del atardecer inunde el techo abierto, donde se aprecia la estructura original de madera.

La fachada se ha trabajado para mantener un equilibrio entre las piezas ornamentales originales como las molduras del balcón y la barandilla de forja, con el nuevo aplacado de ladrillo macizo en el zócalo y la ventilación del forjado sanitario.

El uso de las piezas de barro recuperadas en el pavimento del patio y la reutilización de las cerámicas en el balcón y en diferentes detalles, nos cuentan su historia. A su vez la textura del barro y el color de la cerámica contrasta con la calidez de la madera recuperada por la propietaria en puertas y mobiliario, haciendo de este pequeño apartamento del polémico barrio del Cabanyal, su hogar.

Y así, mientras te acarician los primeros rayos de sol y se escucha el sonido de las gaviotas que trae la brisa marina, no hay duda de que te encuentras en el que un día fue El Pueblo Nuevo del Mar.